Cantemos a la nada y a la ignorancia
fuentes creadoras del universo y perfección;
porque...
todo se creó solo
o lo creó algo que no sabemos;
pero nunca Dios.
Por eso,
cantemos a la nada y a la ignorancia
que es siempre mejor
que dar gracias a Dios.
Hasta hace poco...
las cosas que creíamos
en máxima expresión,
quedaron caducas;
hoy son sólo recuerdos
que vienen nostálgicos
con envejecido esplendor.
Hasta hace poco
al entender
habían cuatro dimensiones;
que subieron luego a cinco,
seis;
y ahora se estima,
una undécima
y duodécima
que habla de infinitos paralelos;
donde se piensa,
(no se sabe)
estaremos allí,
también,
con otras vidas
en otros tiempos.
Hasta ayer nomás
el núcleo del átomo
con protones y neutrones
eran los últimos puntos de la materia.
Hoy el número de Avogadro
nos habla hasta el extravío
de la infinita
discreción de la materia;
pero...,
demos sólo gracias
a la perfección de las matemáticas
que se crearon “solas”,
¡Oh Pitágoras! ¡Einstein! ¡Hawking!
¡Tales de Mileto!
¿Dios?
¡Bah...!
¡¡ESTAMOS HABLANDO EN SERIO!!
Hoy la teoría de las cuerdas
nos dicen cosas nuevas;
además de que el núcleo del átomo
no es el último punto en la materia...
que existe el quark!
y éste es...
¡una cuerda de energía!
que al vibrar
(como en pentagrama musical)
se transforma en gravedad
o materia;
bella atracción electromagnética
que podría ser
¡lo que sentimos exactamente
al momento de amar...!
Y todavía más,
al atacar el quark
no desaparece,
se refleja,
se transforma...
en electrón,
o fotón;
dependiendo
cómo vibre a la acción
y según ello:
en luz, calor,
electromagnetismo
o simplemente materia...!
He ahí la clave del universo.
¡Oh bendita discreción de la materia!
¿Quién puede decir en el mundo
que lo sabe todo?
y mejor aún,
quién puede decir:
“de esta pequeñísima parte
lo sé todo;
y a partir de aquí,
nada hay por descubrir
o inventar...”
¡Nada sabemos!
y muchas cosas más
se “descubrirán”
(¡porque ya están hechas!)
y las usaremos en nuestro bien
y también,
como hasta ahora,
en nuestro mal.
Y con las tres cosas
que conocemos
(mal aprendidas);
decimos diletantes
¡y de soberbia llenos!
que no hay nada más allá de la tierra
y de la muerte;
(muerte:
fuerza nuclear débil;
cuerpos:
fuerza nuclear fuerte)
aunque claro,
no la conocemos;
pero hablamos muy seguros
y doctos,
como si la discreción de la materia
no existiese;
(¿recuerdan sabios?
¡la materia no se destruye
se transforma! ¡SIEMPRE!)
A nadie parece importarle
que la dialéctica nos hable
de la lucha constante de contrarios
y que de esa lucha
nos resulte la evolución,
el desarrollo,
el continuo cambio;
y cual si no supiésemos tampoco
de los 18 ó 21 gramos
que se pierden,
(la esencia de nuestra sinapsis
o nuestra alma)
cuando ya somos cadáver.
Sólo decimos que estamos solos
en el universo
o con los aliens
y aborrecemos a Dios
o simplemente...¡lo ignoramos...!
porque él...
¡es una creación del sufrimiento humano!
¿no es cierto Lennon?
Muerto el cerebro
muerto Dios,
las cosas NO siguen girando.
Aunque fulguren en el cielo
mil estrellas azules cual diamantes,
desaparecidas hace millones de años
u otras,
cuyas órbitas gravitacionales,
con sus planetas y astros,
dancen al compás de galaxias siderales,
en concierto mágico y exacto.
Elipses de músicas silenciosas
y ellas
alrededor infinito de lo eterno
vastamente,
bellamente,
¡sincronizado!;
y en todo ello...
(¡todavía más!)
¡la vida...!
¡oh sí la vida!
¡que la “NADA” nos la ha regalado...!
Aunque en primavera se llenen
nuestros pulmones
de aire limpio y fresco
(aunque, ya no tanto)
y nuestra vista se recree
con la alegría de las aves,
bullentes de trinos y de vuelos;
y sentir la luz,
¡ah la luz...!
riendo en las corolas de las flores;
y el amor...
¡¡Oh, si todo es amor
CUANDO UNO QUIERE!!
y deja entrar en el alma
a raudales
la ilusión de un devenir supremo;
hacia donde vamos,
con nuestras acciones
y pensamientos;
donde podemos
recostar pacíficamente
nuestro humano errar
y desconsuelo.
Porque, en un tiempo,
los muñones de las aves
no eran alas,
sino aletas de embriones
del período devoniano
(¿alguna duda al respecto?)
y sin embargo hoy,
tras siglos de evolución,
son émulos de libertad
cuando las vemos felices
surcar los cielos y los aires;
y acercarse,
con nuestros sentires y pensares,
al astro
que destella sus fuentes de vida
en todos nosotros
fulgurante.
La ciencia busca respuestas
y cuando no las hay
escudriña y se acerca más
al Dios universal
y cuando no, echa mano de él,
se confunde,
no sabe a dónde irá a parar.
¡Oh demos gracias a la Duda!
verdadero motor de la evolución;
no mezquinemos nada
y creceremos en espíritu y razón;
pues,
¿qué nos puede hacer más fuertes
y competentes
que el vernos frente a frente
ante la dificultad y el dolor?
Pero no aquel de mente enferma
y autoinfligido;
sino aquel que brota como chispa
de pedernal;
cuando con nuestro actuar,
tallamos a viva fuerza
la roca de la vida.
No busquemos el sufrir
sino la dicha de vivir lo natural;
lo fuerte, lo verdadero;
el amor,
con su noble bondad.
Algunos dicen
que nuestra presencia en el universo
no tiene objeto;
y se conduelen del dolor ajeno;
y lloran por la mendicidad, el niño huérfano,
África,
el atropello contra la humanidad
¿eso es no tener objeto?
y se toman un trago,
o se drogan callados;
y sufren por la pobreza
el hambre, la ecología
y...¿la DEMOCRACIA?
que es la única llave
que puede cambiar el sistema...?
¡LA OLVIDAMOS!
pues es un buen deporte
el protestar inútilmente,
e irnos quejando;
¡se gana amigos!
¡¡llegan comentarios!!
pero hasta que vengan
los comicios...
¿qué haremos entretanto...?
Ah, sí, lo olvidaba...
¡protestar! y ¡quejarnos!
y...la DEMOCRACIA?
que es la única llave
que puede cambiar...? etcétera.
¿Ven que volvemos a lo mismo?
Pero decía,
¿de dónde viene ese altruismo
como sentimiento?
¿De la nada puede venir algo tan bello?
¿Es sólo instinto?
y por qué, entonces,
no todos lo tenemos.
¡¿acaso no vemos en el mundo
tantísima maldad?!
Aquellos que dicen
que pensamientos,
sentires y emociones
proceden sólo de nuestro cerebro
están en lo cierto.
¿Pero y las facultades
de plantas y animales?
color, alas,
garras, velocidad;
dientes, miembro, músculo;
mirada pendiente,
fototactismo,
fototropismo
y una gama inmensa
de propiedades más
¿no les sirve a ellos
para comer, defensa o camuflaje?
¿Acaso por la evolución
no sabemos que cada órgano
tiene una función que se debe ejercitar
sino se atrofia?
¿Qué fin tendría entonces
el pensamiento,
las emociones,
el sentimiento?
sino es el bienestar
de nuestro ser,
de nuestro propio cuerpo;
el adaptarse al mundo
que conocemos.
Y la pregunta:
a razón de qué
la naturaleza nos premune
de estas cosas;
sino es por llegar más alto
¡como el ave llegó al vuelo...!
¿Por qué no somos como
los primorosos perros,
atendiendo sólo
a los sentidos de nuestro cuerpo?
(¡COMO SE ESTÁ PONIENDO MUY DE MODA!)
Tal nos parecemos a un hombre
que se gustaba masturbar,
sentía gran placer;
pero era tal su afición
que llegó a hacerse heridas
de tanta fruición;
y degeneró su laceración,
en cáncer a la piel.
Y clamaba así
a todo el que se le acercaba:
- ¿Por qué Dios es tan malo
que me deja así padecer?
Obviando (y sin decir jamás)
que era su propia voluntad,
moviendo su mano,
la que esta desgracia
le había causado.
Tal el mundo se destruye a sí mismo
por un dinero que,
al final,
nunca nos llevamos.
¿Entendemos a una mascota
cuando quiere irse empecinada
al peligro?
¿Y a las luciérnagas,
que suicidas de la luz,
se arrojan en bandadas
al fuego?
Tenemos el tiempo de vida
de un mosquito
y en ese breve lapso,
y aún sin aclarar nada,
decimos que la vida es absurda;
pues qué,
¿hemos tenido tiempo acaso
para desentrañar su misterio?
¡QUE NO ES TAL
sino es nuestra propia ignorancia
enseñándonos el dedo!
Hemos escuchado demasiadas historias.
Es tiempo de reflexionar.
Y así renieguen y blasfemen
con lágrimas tiernas, hipócritas
o rebeldes;
Dios nos mira sonriente
dándonos la vida
(felizmente,
en nuestra primitiva inteligencia,
¡no nos entiende!)
y con su infinita bondad
nos pone luz y nos pone sombra,
como hasta ahora,
¡a acariciarnos la cabeza...!