feed

viernes, 7 de diciembre de 2018

Saudade



Acaso si me ven deambular

por aquellos pasillos,

no sea que esté muerto;

sino . . . mi recuerdo perenne,

tratando de rememorar el tiempo.



Tocar el pasamanos . . .

subir la alfombra roja de la escalinata,

mirar la mezanine . . .

y adentrarme al ascensor

a acariciar el espejo sin nosotros.

No, no es que estoy muerto;

pero un hálito en mi

respira dificultad profunda

de agónica tragedia.



Oiré con atención

los murmullos que omitieron nuestros besos,

nuestros cientos de abrazos celebrando la vida.

Me acercaré a los huéspedes

a alarmarlos por los hombros;

y de angustia lleno,

indagaré en la ceguera de sus ojos,

un dulce réquiem por nosotros.



Saldré a la avenida

a llenar mi saudade de su aire ancho y claro.

¡Serán los mismos viejos árboles . . .!



Voltearé buscándote alrededor,

correré a la catarata,

a confundir sus chispitas de alegría

con estas otras de desesperanza.

En lo alto del celeste,

vendaval, vértigo y vahído;

nubarrones girarán sobre el divino olvido

y el no, contumaz,

de contrariadas palmeras.



Perseguido atisbaré a lo lejos,

para ver si nos veo viniendo;

¡No, no es que estoy muerto!

pero tal vez el alma

ya no quiera la prisión de su cuerpo . . .!



Sé que vendrás,

un barrunto aciago me lo dice;

aunque sea en lo fatal de este sueño,

que nos deje dormidos para siempre

en unción de eternidad y anhelo.




4 comentarios:

Verónica O.M. dijo...

Enormemente hermoso, Drac, la de tiempo...
Un abrazo

Alís dijo...


Hermoso, con su halo de fatalidad, y el castigo del recuerdo contumaz

Un abrazo

Laura dijo...

Precioso.
Tenía ganas de leerte de nuevo. Un beso enorme.

Precious dijo...

Puro deleteite son siempre tus versos
me alegra tu vuelta

Un abrazo