Una canción
suavemente se desliza a mis sentimientos,
me hace recordarlos
atendidos con diligencia por su mamá,
en ése pasajito, Fidelli,
donde tantas historias
comenzaron y terminaron;
entre monedas de luz en el suelo,
que el sol dejaba caer
entre sus risas,
filtrándose por las rendijas
del techo de eternit.
Un bullicio lejano
empezaba a melifluar.
Verlos, tan pequeñitos,
era comprobar en mis retinas
el milagro de la vida,
sentir a Dios en el corazón
iluminando el hogar y mi alma.
La sucia ciudad cerraba oportunidades,
pero el cielo esplendoroso
radiaba azules promesas y esperanzas.
Los horizontes que soñamos
estaban muy lejanos,
quizás equivocamos los pasos,
yo sigo hacia ellos, caminando;
aunque estos,
sigan tanto o más lejanos
que aquel entonces,
cuando miraba sus caritas
y salía lleno de coraje
a traer unas moneditas al hogar.
Ya les tocará a ustedes
cargar sus mochilas de amor,
sus cantimploras de recuerdos felices
y caminar hacia donde tu mami y yo,
no pudimos llegar.
Los quiero mucho.
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