Ahora que contenemos,
dentro nuestro,
las ruinas de un terrible holocausto.
¿Qué hubiera sido mejor?
Se preguntaba un cuervo
verrugoso,
saltando entre objetos abandonados,
incapaz de volar.
Esta lluvia dolorosa,
que moja toda mi cara
y toda la ciudad,
no alivia
esta dantesca angustia;
pues,
cuando los pasos del reloj
se detengan
y marquen la hora desgraciada,
la risotada del destino,
nos arrojará al abismo del mañana,
donde no nos encontraremos jamás.
La fotografía del recuerdo,
antes de la hora patibularia,
plasmó nuestra última dicha
totalmente rota;
la sonrisa en alas de despedida
y la mirada, quebrada,
en angustiante
y dolorosa agonía.
¿Qué hubiera sido mejor?
- se preguntaba incierta, el ave negra;
dando tumbos al moverse,
de un lugar a otro,
con dificultad -
ahora, que el corazón
se agita y tiembla,
dentro nuestro,
oscilando grotescamente
como un reo ahorcado . . .
¡Qué hubiera sido mejor,
Dios mío!
¿no haber conocido nunca
los celestes horizontes
de tus evangelios?
o pagar por el siniestro delito
de haber tocado,
unos instantes,
la prohibida felicidad . . .?
En Ezeiza,
muchas veces,
llegaban y partían
alegres esperanzas
para convertirse
en hermosas realidades;
pero, esta noche,
bajo una lluvia desesperada
y amarga,
recuerdo un avión yéndose
hacia cielos insondables,
llevándose al amor,
a un punto abisal,
donde el martirio de mi alma
lloviendo en mis ojos,
no lo pudieron alcanzar.
¿Qué hubiera sido mejor?
Esa alegría infausta
de responsar cada minuto
de nuestro encuentro,
sabiendo que no volverá?
o,
no haber conocido jamás
la dicha,
evitando esta hora occisa
en que, sentado en la acera,
una lluvia interminable
moja de desgracia
mi cara y el alma;
y yo,
ya en el mañana,
caigo hacia el vacío
de otros mañanas,
eternamente,
para no encontrar la muerte,
ni a ti,
jamás. . .!
En medio de la belleza silenciosa
del planeta, el avechucha,
cavilaba con tántala amargura;
vino, entonces, una muchedumbre
y al verla repugnante
y enferma de verrugosa tristeza,
hubo de ser lapidada,
sin piedad . . . !
1 comentario:
Así terminamos muchos, tristemente lapidados
Abrazos
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