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viernes, 18 de agosto de 2023

Terracota



Quizás no me quiera.
Mis recados
se han quedado dormidos,
uno tras otro,
pálidos
de olvido y soledad.

¿A dónde habrán ido
Nena y Wachi?
que el hambre y el frío
nos ha tumbado a dormir
a la intemperie,
en un declive 
del piso de terracota.
Allí jugábamos a dormir 
en una cama sin almohada,
riendo hasta las lágrimas
en nuestra alegría infantil.

Más,
se están tardando demasiado;
el mundo ya ha apagado sus luces
para cobijarnos bajo su cielo oscuro,
y para que no sepamos del lento
pasar de las horas,
el viento frío,
en sus anchos brazos,
nos ha hecho dormir.

En medio de este ahogo,
sonrío viendo sus números,
su cuenta borroneada;
con tierna tristeza
reparo en que amo
¡hasta sus faltas ortográficas . . .!
¡Qué cruenta decepción
constatar que tanto amor,
sólo alcancen para su desdén!

Quizás no me quiera.
Por tonto hube de abrirme el pecho
y poner el alma
en cada verso que le dediqué.

Esta lluvia dolorosa, 
también,
es en vano.
Habemos personas
que no debimos nacer.



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