¡Ha llegado un audio tuyo . . .!
en medio del fragor.
Es como lluvia menuda
en el desierto del alma,
o la alegría de un viento fresco
corriendo en mis sienes
en medio de la labor.
Se hace la primavera
en la trocha polvorienta
y la miseria irreductible del camino,
tiene su cielo esplendoroso, hoy.
Aún no lo he escuchado,
más, el niño del corazón,
sonríe con entusiasmo,
con ojos llenos de ilusión.
Cual si fuera nochebuena;
cuando con el alma de azul
y estrellas, constelada
esperaba y esperaba,
con el ansia reflejada en la mirada.
¡Oh, que hermosas son las vísperas!
¿no, dilecta?
cuando aún,
después de mil fracasos,
esperamos todavía,
las promesas de la vida;
aquellas que el destino
por alguna razón,
siempre niega.
Hoy camino bajo la lluvia.
Los vitrales del alma se aniegan;
hay algo dulce, sin embargo,
que muere en mi boca,
como un verso que se avergüenza
de ser escrito
y se acomoda, escondiéndose
en las sombras.
Aunque es difícil ver,
tengo conciencia de este
único momento que se va,
¡ah, compartirlo con alguien,
que necesite,
afirmar en el amor,
nuestra pequeña eternidad!
Caminando bajo la lluvia,
esta mañana alegre de sol,
es ridículo sentirse triste
con tanta belleza alrededor;
pues, como dijo San Agustín:
"¡Claro que se puede vivir sin amor!
pero, sin amor,
¿para qué quieres vivir?"
Mejor,
guardaré tu audio
para cuando llegue a casa,
así todo mi día será una víspera
de navidad . . .!
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