asomada a los ojos.
piel
asomada a los sentidos;
acariciado por el azul
constelado de los sueños,
despertando, diariamente,
al astro ardiente de los cielos.
Instinto
despertando hambriento
a un mundo ajeno;
fragante de vida, de colores;
y rodando junto a ellos,
cuesta abajo,
en el loco devenir del tiempo.
No soy más que
nombre, violencia e instinto;
encadenado a enciclopedias
y símbolos;
cuando no, a un madero.
Tocado de auroras,
huyo del sufrimiento,
en un planeta que fulge
vigor, solidez,
empero,
que se para destruyendo.
Porque soy diferente de las cosas,
me identifico:
separado de por vida,
aparecido por casualidad
sin memoria y sin objeto.
Pago con mi propio tiempo
el aprender a vivir en paz,
con bien;
cuando el ciclo dialéctico constata,
que estamos en la era del mal.
Me remito inmortal
inconforme,
confundido,
¿Qué puedo tener de eternidad
si apenas soy,
cuando ya
he sido. . .?
Exactamente,
finito y de costado;
me constituyo y proclamo:
que así como a la vida,
sucede la muerte;
ha llegado la era
en que el mal triunfe.
Y ¿qué es el mal?
sino la locura de abrazar,
desesperadamente,
hasta la muerte,
algo material.
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