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viernes, 12 de julio de 2019

Minería

En una tierra lejana,
por el sistema capitalista alcanzada,
todas las gentes marchan;
y bajo el sol, 
en el pasar del tiempo,
no advierten, 
que algo anda muy mal .

Montañas de relave fueron creciendo
al borde de las aguas cristalinas.
Lavando, lavan y transportan,
en sus linfas,
los agentes que mutilarán la vida.

Sonríen y conversan
acostumbrados a sus taras.
Luchan por otras cosas:
trabajan sin cuartel por dinero, 
un pedazo de pan;
y no luchan
por detener lo que les seguirá 
haciendo mal.

El rojo sol, se enciende ardiendo
en el celeste cada día,
haciendo germinar la vida ¡como fuera!
polifemos contrahechos,
dementes esquizofrénicos;
que sin embargo,
no cesan de contraer el amor,
como otra triste enfermedad.

Algunos aún no saben,
que el ciclo de la vida, 
nada lo puede parar.

Un niñin, rechoncho,
privado de la pronunciación vocal,
vino a traerme emocionado,
un tierno recado
de su amiga anormal.

Haciéndome gestos 
quiso contarme un secreto;
pero al acercar mi oreja a su boca,
lo único que pudo hacer
fue gritar . . .

Un dolor hecho lanza
atravesó mi oído largas horas;
pero la tierra que, la minería, malogra;
es un dolor que me ahoga
y que no puedo evitar gritar.

¿Quién soy yo para romper los sueños
de quién nació prohibida de soñar?
Allá, en el portal del colegio especial,
me mira y sonríe;
corre, salta 
y extiende los brazos al cielo,
confirmando a la piedad,
que también puede soñar.

Obligado por las leyes,
troncho la ilusión  
de quien nació condenada a marchitar.
Soy el Judas sin paga
que reedita, día a día,
su destino fatal.



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