Un auto pasa levantando
una gran polvareda.
La niña del colegio especial
con su cuaderno
trata de abrirse paso
y entra a la nube de polvo . . .
El cielo como siempre
está bellísimo,
nubes vaporosas
inusitan un majestuoso espectáculo.
¡Todo lo hermoso está tan lejos . . . !
En la sala de embarque,
se muere muchas veces
antes que el avión
se lance a despegar.
¿Para qué llegar a donde
nadie nos espera?
Con cada lapso
se ahoga desgranada la nostalgia;
porque en la sala de espera
no estará su sonrisa ansiosa
volando a mi boca;
a hacerme sentir entre todos
los pasajeros,
que yo no seré otro espectro
en la llegada borrosa del adiós.
Porque uno puede respirar
y hacer acto de presencia,
reírse incluso;
pero sin dejar de remitir la mirada,
a cada pausa,
a la dolorosa realidad
anclada en la conciencia del alma.
Dolor inmutable,
que espera las solas horas,
para hacer de nosotros
su quema de tristezas;
su botadero fantástico
de sueños y cristales,
de dichas rotas y ajenas.
¡Cuántas veces se ha muerto sin morir
en una sala de embarque!
¡Cuántas veces la vida nos recibió
con una sonrisa de promesa cumplida!
¿Ya no te importa que te ame?
Soy aquel que suicida
todas sus esperas,
para estar, luego, sin ti,
más solo que esta tierra seca.
Quisiera abandonar mi desesperación
perenne,
quisiera librarme de esta sala de embarque;
de esta condena eterna
por haber alcanzado, fortuitamente,
la felicidad.
la felicidad.
Un avión se va a lo lejos,
mis ojos lo persiguen angustiados
hasta que rompe a llover.
En los filosos cristales
se estrellan conmigo,
gotas ardientes de amor . . .
gotas ardientes de amor . . .
¡Debe haber algo,
que haga parar este dolor!
algo que corrobore
que la vida continúa sin nosotros;
algo como la libertad de las aves negras
que giran lentas en el cielo;
algo como el sureste o el tiempo,
abrochando tus días
de amaneceres y noches azules;
mientras escapo, paradójicamente,
de la muerte hacia la muerte;
¡algo . . .!
mientras escapo, paradójicamente,
de la muerte hacia la muerte;
¡algo . . .!
mientras voy con este cielo neumónico
clavado en el pecho,
¡tan distante . . . y tan adentro!!
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