Él es un hombre de todas partes,
sentado en un lugar del mundo
que él cree su patria
pero que no es suyo,
ni lo será en ningún tiempo
a menos que se asuma
como el “don nadie” que es.
Está tan acostumbrado a su miseria
que mira confiado a todos
pensando que le va bien;
pero la codicia del sistema
le enseñará a desconfiar,
y a calcular no salir tan lastimado
una y otra vez.
Nuestro hombre de todas las partes del mundo
sabe que tiene poder;
¿Pero qué hace con una patineta un niño,
que ni siquiera sabe correr?
Hombre mío de todas las partes del mundo
alguien hizo la calzada
y la vereda por donde puedes ir y volver;
pero la vereda y la calzada
son tuyas,
como el mundo entero también.
Hombre de todos los lugares
¿Te habrás dado cuenta
que todo está simbolizado?
¿Te habrás dado cuenta que las reglas
están hechas para favorecerte
sólo mientras te desangres soñando que alcanzarás algo?
Mientras tanto, hombre mío
de todas las partes del mundo,
eres tú mismo la fuerza que te reprime,
el apartheid que te excluye;
eres tú mismo quién te condenas
eligiendo a tus reyes,
avalando a gritos de protestas
porque se cumplan
las leyes que aún crees justas
y que nunca fueron hechas para ti.
Tienes dos opciones hombre insignificante
de todas las partes del mundo;
saber que no eres un gusano
y cambiar la ley que aún no sabes
todo el daño que te causa;
pero créeme, hombre proletario,
comerciante informal
perseguido por tus parientes asalariados;
créeme que, cuando pides lo justo para ti,
lo que debieras hacer,
hombre ignaro de pupilas sorprendidas,
es saber que respaldas ciegamente
una ley de leyes que hace que, todo por cuanto protestes,
caiga en saco roto
entre discusiones interminables
de derechas e izquierdas,
escándalos de páginas primeras
e impunidad blindada a toda prueba.
¿Me comprendes hombre amado de todas y de ninguna parte?
se agota el tiempo de vida y con beneplácito
el puñado de millonarios que elegiste
te verán nacer pobre
y morir más pobre que ayer
y “nadie” sabrá por qué.
La cuestión no es enfrentarse al poder a gritos
o con fuego y genocidios, (eso déjaselo a los gringos)
la cuestión es saber que el poder
tiene su amparo y su respaldo
en una ley máxima llamada constitución;
aquella que mientras sueñas el imposible
de llegar a ser rico
o conseguir algo qué comer,
permite que se te robe con una palmada en el hombro
legalizando la delincuencia,
aquella de cuello y corbata,
que conoces tan bien pero no sabes cómo detener.
2 comentarios:
Cuando dicen que no es tiempo para la poesía tú has reflejado la vida en ella.
Mi afecto siempre.
Poderosísimo, querido Drac.
Abrazo grande.
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