Retrospectivo,
acúsome de haber reído;
de haber dejado mi andrajo de sufriente
sobre la vereda;
para que la luminiscencia áurea del sol
incendie de luz mi veste de infortunio.
Mirando más allá de la distancia,
tu mirar significa siempre otro cielo.
Acúsome de haber sido dichoso
apoyando mi alma
sobre el menguante de sus sonrisas.
(¿Cómo es posible llenar el gran vacío del ser
con tu sólo espectro?)
Una sensación dolorosa de paz
se irradia en mi pecho.
Porque fui feliz,
este recuerdo me sacia lánguidamente,
hasta hacerme sufrir. . .!
Siendo un punto en el laberinto urbano
puedo ir hasta la cornisa del edificio más
Acúsome de haberme quedado dormido
protegiendo su más pura inocencia;
aquella que rompía a reír desesperada
cuando, al fin de la cuenta,
Michelle, empezaba a buscarte;
y tú, riendo de los nervios,
corrías a sus brazos ¡a refugiarte . . .!
Constelaron de festejos y alegrías para
con tu sólo espectro?)
Una sensación dolorosa de paz
se irradia en mi pecho.
Porque fui feliz,
este recuerdo me sacia lánguidamente,
hasta hacerme sufrir. . .!
Siendo un punto en el laberinto urbano
puedo ir hasta la cornisa del edificio más
alto
o bajar hasta la humilde sombra
de un papelucho que alguien dejó tirado.
Todo sin sus manecitas en mis manos;
sin sus preguntas pidiendo
les simbolice el mundo.
(Cuando quizás el dios, no era yo)
Cuando llegue el instante en que descubras
que siempre has estado solo,
será necesario que tengas atesorado
trozos de sol roto recortando la ciudad.
Quiero decir,
una bolsa mental de dichas;
unas piedras coloridas y lavadas,
redondas ya a fuerza de ir y venir
con el oleaje del mar . . .
Esa margarita que me ofreció Michelle
o bajar hasta la humilde sombra
de un papelucho que alguien dejó tirado.
Todo sin sus manecitas en mis manos;
sin sus preguntas pidiendo
les simbolice el mundo.
(Cuando quizás el dios, no era yo)
Cuando llegue el instante en que descubras
que siempre has estado solo,
será necesario que tengas atesorado
trozos de sol roto recortando la ciudad.
Quiero decir,
una bolsa mental de dichas;
unas piedras coloridas y lavadas,
redondas ya a fuerza de ir y venir
con el oleaje del mar . . .
Esa margarita que me ofreció Michelle
estará bien;
ese cuento que hiciste niñín
será excelente, Jordan,
para cuando la vida cierre ante nuestra
ese cuento que hiciste niñín
será excelente, Jordan,
para cuando la vida cierre ante nuestra
sonrisa,
su fúnebre telón . . .
Acúsome de haber sido dichoso
y de haberme robado de tanta hambre
mendrugos de tu ilusión;
acúsome de haber soñado
y de enseñaros a soñar.
De haber guardado instantáneas de dicha
cuando ustedes, hijos queridos,
su fúnebre telón . . .
Acúsome de haber sido dichoso
y de haberme robado de tanta hambre
mendrugos de tu ilusión;
acúsome de haber soñado
y de enseñaros a soñar.
De haber guardado instantáneas de dicha
cuando ustedes, hijos queridos,
reían conmigo hasta la eternidad.
Acúsome de haberme quedado dormido
protegiendo su más pura inocencia;
aquella que rompía a reír desesperada
cuando, al fin de la cuenta,
Michelle, empezaba a buscarte;
y tú, riendo de los nervios,
corrías a sus brazos ¡a refugiarte . . .!
Constelaron de festejos y alegrías para
siempre,
lo que yo sólo conocía como noche.
Acúsome de haber sido dichoso.
Acúsome de cantar imitando sus voces,
de sonreír recordándolos;
y repasando nuestros divertidos juegos,
reír como loco a solas,
cuando nadie me está mirando.
Acúsome de tenerlos en una prisión mental,
secuestrados;
apartados del tiempo y la realidad;
¡siempre niños! ¡siempre niños!
(para mi propia felicidad. . .)
lo que yo sólo conocía como noche.
Acúsome de haber sido dichoso.
Acúsome de cantar imitando sus voces,
de sonreír recordándolos;
y repasando nuestros divertidos juegos,
reír como loco a solas,
cuando nadie me está mirando.
Acúsome de tenerlos en una prisión mental,
secuestrados;
apartados del tiempo y la realidad;
¡siempre niños! ¡siempre niños!
(para mi propia felicidad. . .)
No hay comentarios:
Publicar un comentario