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sábado, 7 de abril de 2018

Lluvia de jazmines



Quizá yo sólo intente morir en cada 

búsqueda ansiosa,

insistente,

de verter mi vida sobre ti…



Quizá está lujuria que se enciende 

chispeante

en mis pupilas,

en mi lengua sedienta de pasión roja,

no sea más que beber

un sorbo del veneno mortal

que me aparte definitivamente del vivir;

y me tire, infinitamente, al más allá;

donde quizá,

amor,  también habrá…!



Déjame acercarme a tu gruta de placer;

al recodo donde tu sufrir, de añejo,

se vuelve miel;

déjame lamer lascivo

hasta el último rastrojo

de tu enramada hirsuta

sobre tu suave piel.

¡Beber a grandes sorbos quiero,

tu íntimo olor a oasis de mujer…!



Sentir sobre mis labios

el relieve tibio de tu sexo,

tu vello salvaje crepitando en oleadas de 

placer,

cuando la carnicera me embista

con su cántaro mórbido de boca angosta,

entronando en toda mi boca

su cuerpo hermoso de mujer…!



Yo sólo quiero saborear

entre tus pliegues

el secreto dulce de tu ser,

¡saber de dónde nace tu sonrisa!

y cómo así, brilla en tus ojos,

tu alma;

ofreciéndome en cada mirada

saciar toda mi hambre y toda mi sed…!



Yo quiero ahogar todos mis sentidos

en tu blanda diferencia;

saborear tus escondrijos,

¡morder la redondez de todos tus frutos!

tu solitaria estrella de Belén…!

Penetrarte hasta lo más profundo

donde por fin, repleta de mí,

yo mismo deje de ser en ti. . .!



Devórame por entero,

liba tú también mis frutos

chorreando nuestros sueños;

no te detengas,

¡estállame de amor…!

embriágame de tu respiración esforzada

jadeando hermosas palabras

impropias de una mujer como tú . . .!



Quizá yo sólo busco morir

bendecido por la explosiva lluvia de tu gruta,

tocar cómo es el cielo cuando la lluvia cae;

y acariciar con mi mano

el origen de la vida

y la dulce sensación de morir, también.



Quizá esta arma mía

tiesa y cimbreante,

no sea más que el alarde

de mi hombría que sonríe antes de morir;

por eso, deja llover tu amor

sobre mi corteza ardiente y varicosa,

destroza tus entrañas

con mi dulce ariete de muerte,

haz que mi capullo colorado

estalle en lluvia de jazmines, mil…!



2 comentarios:

Adelina dijo...

Es una poesía bella, muy sensual, elegante y delicada.

Un beso.

Lunna dijo...

La pasión y la sensualidad se respiran en cada renglón.

Un placer disfrutar de la belleza de tus letras de nuevo.

Besos.

Lunna.