La claridad del día
se marchó;
y poco a poco
románticas sombras azules
empezaron a llenar de hechizos,
las calles y parques
de la ciudad.
De pronto,
estoy frente a tu puerta
llamando con mis manos
tentadas de ilusión.
Las paredes taciturnas
de los hogares
asoman a sus ventanas,
cálidas luces áureas.
Afuera,
el viento frío
que muerde
haciendo tiritar
el alma.
Lentamente
una luz increciente
destella y corta
la soledad.
La puerta se entreabre,
y sobre tu sensual silueta,
tu sonrisa hospitalaria
agora disipar cualquier momento triste;
y este frío intenso
de la noche,
que, realmente, estremece.
Fuertemente abrigada caminamos
los oscuros senderos del destino,
alli descubro
cuál se escriben
la tiernas tiernas historias de amor
de cualquier tiempo.
Platicando lo que dicta el corazón,
nos fuimos
al borde del acantilado,
tampoco fuimos los únicos
que nos sentamos
y en un mutis
brilló con más intensidad
un astro,
en la profunda oscuridad
del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario