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miércoles, 1 de mayo de 2019

Chalecos Amarillos



Universo efímero
donde todos confluimos alguna vez.
Pugnamos inútilmente
por conocerlo todo,
alimentar nuestra flama
con más leños de vida y amor;
sólo para morir de tiempo o de frío,
y de soledad, y desamor.

Con mucho esfuerzo
hacemos rúas por la tierra más agreste;
andando hacia el horizonte, bajo el sol.
Somos sombras que desaparecerán
de súbito,
con su mundo de recuerdos
y su yugo de destino:
procrear amor en el dolor.

Los cielos se reflejan en nuestra alma
como anhelos que insuflan nuestro pecho.
¡Pero tiene que gustarte amar!
porque si te gusta sólo la vida,
morirás de rutina
y más, de soledad.

Porque venimos de lo que fue
y ya no existe,
una ráfaga de conciencia vívida
hacia la muerte;
no somos más que la sinapsis
desatendida,
un as de sol que palmotea en el caudal
antes de su caída,
al gran vertedero de los sueños rotos,
lúgubre mar.

¿Cómo decirte que ya no puedo
con tanto inope y tanto destino?
He venido inofensivo hacia el cementerio;
por donde tangencial
pasa mi camino hacia la vida;
he venido con mis años mozos
de transformador
que sin embargo derrotan siempre
en bandadas de grafías finitas, 
núbil poesía y ansias de amor.

Decenas de buitres negros
giraban en el célica esplendoroso.
El sol encendía de luz
las fachadas y las cosas;
y la tierra estéril,
que máquinas pesadas surcan,
ofendía de polvareda innoble,
el silencio y la clara y santa paz.

Conciente de que nos vamos,
quiero plantar un fruto aquí,
luchar contigo;
vitorearte cada día hasta que,
nuestro brevísimo ciclo
llegue a su victoria final:
Un futuro de bienestar para nuestros hijos,
¡eso quiero . . . !

¡VIVAN LOS CHALECOS AMARILLOS!

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