Ciencia de bien y de mal

Noche de oscuridad y sueño profundo.

En la quietud, a lo lejos,

ladra un perro . . .



Como oleadas de mar, a ratos,

se oye el paso de los autos

en duermevela mágico;

con, apenas, audible rumor. . .



En la oscuridad amparada,

la conciencia boga

por mares de sueños inconstantes,

barrocos,

absurdos de recordar.

Esplendorosos, entre claroscuros,

seres vivos y muertos departen

sus intenciones vanas,

en la pesada inconciencia mental .



Bajo la constelación de Aries,

un ángel abandona su vigilia,

se quita las alas

y posa sobre mi boca

el dulce secreto de su esencia celestial.



Sobre un resplandor de oro viejo,

los turgentes frutos de su pecho

se balancean estremecidos

cuando busca apoyo al asentar,

sobre mi sed sorprendida,

la mórbida entrada

de su ánfora angelical.



Cascadas de cabellos

caían sobre su rostro

cuando la vi sonreír;

compadecida y tierna,

su corola perfumada,

apretó mojada y blanda

sobre mis ansias mil.



En sigilo restregaba

sobre mi lengua ávida,

su ciencia de mal y de bien;

amorosa, bizarra,

con movimientos recios, de ahíto placer.



¡Ay! ¿Cómo negarme a saborear tanto cielo;

y, su fragante estrella de Belén?



Enajenado, blasfemo,

bebí el rocío destilado de su tulipán;

lamí su cielo agreste,

apretando con mis manos

la redonda luna de su carne,

buscándola, totalmente, escanciar. . .!



Amada, giró su oasis sobre mi boca

y con la suya, desesperada,

trató de libar todas las desgracias

de mi destino fatal.



¡Oh, verla morder el madero

de mi férreo sufrimiento . . .!

Y en un vuelo, abrazándome ya,

lo introdujo dentro sí;

para acariciar mi infierno ,muy adentro,

con toda la blandura de su ser.



¿Habrá sido un sueño?

aún siento en mi boca su lengua dulce,

disoluta,

saboreando y suplicando obscena,

el bálano que, con un “¡ay, no!” irredimido,

palanqueaba y se adentraba más.

Sus manos acercando sus frutos ciegos

a mi boca,

mientras le hundía dichoso

mi dialéctica ciencia

de bien y de mal.