La condena de Tántalo
¿Qué hacer cuando tu mirar me persigue
en todo instante del día…?
Quizá no me persiga,
quizá solo es una obsesión mía
¡volver a esa grata sensación
de sentir como luz de aurora
tu sonrisa sobre mí…!
tu mirar señalando la paz, azul-nocturna,
donde quisiera ir…!
Indudablemente,
sé que la que vive en mis sueños
no eres tú,
que la que sueño realizando
mil ansias de amor,
no eres tú;
pero al final de mis cuitas,
se queda trémolo en el aire
esa dulce sensación
que todo cuanto siento,
sea esa forma inexplicable en que,
los que se aman,
se transmiten a la distancia amor.
Una forma no probada
pero que los soñadores,
mirando las estrellas en la noche,
confiamos como cierta,
sonriendo de satisfacción…
Aguardando el momento,
una marejada de emociones
hacen presa de mí;
y me empujan a exponer mi vida
cual as bajo la manga,
que me haga ganar la partida
o me lance a zozobrar
a otro naufragio de la vida.
Siempre tengo miedo;
pero cuando ya no hay más camino,
sólo queda andar y asumir
la realidad incierta que depare el destino.
A veces te veo tan buena
que me digo,
quizás por pena…
No sé qué esperar de ti
pero yo sí sé lo que quiero:
un hogar, unos hijos;
una esposa orgullosa de mí.
Al otro lado del horizonte
está el sueño como dicha;
y a la otra orilla, yo con mi barca,
esperando poder vencer la tormenta.
La condena de Tántalo se repite,
perennemente en mí...
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