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miércoles, 1 de noviembre de 2017

El camino largo y sinuoso



El camino hasta aquí recorrido;

y donde me detengo

a despedirme de un vistazo

de todo lo querido…

está lleno de recuerdos y añoranzas.

No sé si lo veo triste

o es que le voy dejando 

en cada baldosa

el alma…



De haber andado tanto,

estoy cansado;

de haber visto tanto

ya nada tiene el brillo lozano

que reía cual ilusión en mis ojos.

Los luceros fulgurantes

de las noches apacibles,

azules y lejanas;

no fueron más que imposibles

que imaginé alcanzar,

cuando la vida me sobraba…



Ahora que voy camino a desaparecer,

sinceramente,

no valió la pena vivir si nada se conserva;

si al final todo permanece en el tiempo

y uno tiene que desaparecer 

en medio de la nada.



No sé por qué no seremos conscientes,

que sufrimos por falta de amor 

o por él,

habiendo tanta desgracia

que hace al ser humano fenecer;

no sé por qué tendremos que padecer tanto

aguardando la dicha junto a alguien

que nunca nos querrá bien.



Sería bueno erradicar lo bello

al empezar el sendero del sol;

erradicar los adioses,

y el denuedo de perseguir en unos brazos,

el cálido refugio que buscamos tanto

errando risas, sueños, llantos.

Los anhelos que prometió la vida

¡debemos erradicarlos!

puesto que nunca, casi,

habremos de encontrarlos…



¡Cómo marca en nuestro rostro, la rutina,

el pasar fiero de los años…!



Porque la muerte es

el teléfono sonando

sin que nadie conteste al otro lado;

el amor que marchita

en el silencio de unos labios,

el recuerdo adorado de tu sonrisa…



Porque la muerte es

llegar a tu puerta

sabiendo que no hay nadie

y quedarme a solas esperando

hasta que la flama de la fe se apague

o amanezca vacía y fría, mi cama,

en la sala ausente de un hospital.



Cuando el frio arrecie

y las calles se vayan quedando sin alma,

temeré más que a la orfandad del hombre,

el frío infausto que no vengas.



Porque la muerte es

no alcanzar a ver que regresas

siguiendo los ecos sordos de mi voz

pidiéndole a la nada verte;

hasta convertirme en tiempo ido,

recuerdo en el olvido, 

abisal ausencia.



Porque la muerte es

saber que volviste

desde el otro lado de la acera;

sólo para acentuar el infinito que nos separa;

un infinito llamado adiós,

que completa su órbita de olvido

con lapidaria indiferencia.



¡Hasta la vista, vida…!

camino largo y sinuoso donde creí, al correr,

alcanzaría la dicha;

pero ella era…¡como el horizonte…!

que a cada paso que demos, 

un paso más se aleja, 

eternamente…!








4 comentarios:

Candela. dijo...

Los sentimientos narrados en verso erizan la piel y desgarran el alma. Saludos Drac

Candela. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cora dijo...

Porque la muerte es
llegar a tu puerta
sabiendo que no hay nadie y quedarme a solas esperando "

Aun en la soledad las nubes tarde o temprano desaparecen
y donde las olas rompian contra las rocas
aparece un refugio donde encontramos esa luz
que creiamos perdida ...
el tiempo quizas sea eterno para quienes sufren
pero solo una vida ... la que nos toca luchar .

Sandra Figueroa dijo...

Triste poema....tristes letras moribundas.... triste leerte.....triste hoy te dejo saludos....