No sé por qué siento pena;
ciertamente,
aún teniendo mi corazón atado,
no son parte de mi vida.
Una pasaba navidades
y aniversarios sola.
Reflejada en el espejo
la observaba.
Se vestía
y poníase linda,
para llorar por horas, enteras en vela…
sin que nadie viniera a verla.
El dolor endureció su corazón
y como a su paciente, el doctor,
procura curar sin contagiarse,
la honda tristeza que conoce del dolor.
Otra,
tras miríadas de error
me encontró una noche
apostado en una esquina,
ciertamente,
aún teniendo mi corazón atado,
no son parte de mi vida.
Una pasaba navidades
y aniversarios sola.
Reflejada en el espejo
la observaba.
Se vestía
y poníase linda,
para llorar por horas, enteras en vela…
sin que nadie viniera a verla.
El dolor endureció su corazón
y como a su paciente, el doctor,
procura curar sin contagiarse,
la honda tristeza que conoce del dolor.
Otra,
tras miríadas de error
me encontró una noche
apostado en una esquina,
sin solución.
Yo veía cómo se iba la vida
soñando embelesado con el fin
de la función.
Como luces preciosas en el puerto,
a oscuras, ella sonreía,
obviando la cruel adversidad
que la hería.
Yo aprendí a reír también,
pero algo me decía
que, ese sortilegio,
no era de fiar.
Un día atravesé el continente
para reclamarle su amor,
me miró con ojos llenos de ilusión perdida,
sôlo para decirme adiós.
Otra, después de haber querido ir
más aprisa que su tiempo,
se encontró de pronto
con los brazos llenos de otra vida;
y aunque, por fin,
Yo veía cómo se iba la vida
soñando embelesado con el fin
de la función.
Como luces preciosas en el puerto,
a oscuras, ella sonreía,
obviando la cruel adversidad
que la hería.
Yo aprendí a reír también,
pero algo me decía
que, ese sortilegio,
no era de fiar.
Un día atravesé el continente
para reclamarle su amor,
me miró con ojos llenos de ilusión perdida,
sôlo para decirme adiós.
Otra, después de haber querido ir
más aprisa que su tiempo,
se encontró de pronto
con los brazos llenos de otra vida;
y aunque, por fin,
quisiera darme su corazón,
esta vez quien no aceptará
seré yo.
La felicidad es un momento en el recuerdo;
un momento de dicha eterno,
pero que, indefectiblemente,
ya murió.
esta vez quien no aceptará
seré yo.
La felicidad es un momento en el recuerdo;
un momento de dicha eterno,
pero que, indefectiblemente,
ya murió.
3 comentarios:
encuentros y desencuentros...que vida perra.
Recibes lo que mereces, es tu frase, aplica la a vos...
No siempre lo bueno y lo malo llega en el mejor momento, pero es el instante que puede cambiarte y que no se borra fácilmente.
Después de un tiempo invernando en el nido vuelvo a volar poquito a poco.
Un abrazo afectuoso
Publicar un comentario