domingo, 17 de enero de 2016
La cortina
Al intentar poner una cortina
debes tener sumo cuidado;
ponerla con cuita,
delicadamente,
no se te vaya a desgarrar el alma.
Y si acaso
te aguijoneas un dedo
con los puntiagudos ganchos
de punta cruel y sonriente;
evita exclamar nada
para que nadie se entere;
y una jauría de garfios
laceren las yemas todas
de tus dedos sanos.
Solo cuando lo veas sangrando
dale un beso que absorba
la sangre y el dolor que
te está martirizando.
Luego,
bájate de la silla sin tristeza;
fue hermoso verlo todo desde alto,
pero es más seguro y cotidiano
hacerlo desde tierra;
de donde, no puedes ver los problemas
ni verlos cómo así te cercan.
Es horrido contemplar
cómo la tierra se abre bajo tus pies
y cual se cierra sobre tus ojos;
es tremebundo
no poder contener esta avalancha
de rocas y montaña que se abalanza
sobre ti;
el cielo lapidario
que se ha fijado en ti
con su solución de muerte.
El día está claro
las gentes ríen y conversan.
A la periferia de su alegría voy
sujetando mi madera;
tratando de respirar con ella clavada
en pleno pecho con la boca abierta.
Dios ha de estar en algún lado.
Derrepente sosteniendo mi alma
para que no muera;
lo siento cavilar junto a mí
esperando pase su enésima prueba.
¡Soy de ti! ¡Soy de ti!
¿Qué tanto de mí esperas?
Al poner una cortina
ten cuidado que tu alma lo sepa.
Etiquetas:
Cortina
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2 comentarios:
Gran mensaje encierran tus letras y muy buen símil. Besitos.
pero que impresionante poema solo con intentar poner una cortina te salen las palabras llenas de grandiosidad besitosssssssssssssssss
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