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lunes, 9 de junio de 2014

Incendio



Llueve.

Miles de gotas de rocío

se desgranan de un gran amor;

se arrojan al parabrisas

nublando mi transida realidad.

Yo ya estaba preso en el mundo de tu ausencia;

pero ahora, ante el cristal mojado,

que precipitadas plumillas

tratan de limpiar en vano,

me aferro a tu recuerdo,

desesperado de dolor.



El frío aprieta mi piel;

pero no es más helado

que este frío del alma

donde el pobre corazón se grapa;

 y quisiera gritar,

para echar fuera

este dolor que angustia

y  no me deja en paz.



La mañana siempre empieza así,

con un tizne oscuro y helado;

y una honda sensación de dolor

que trato de ahogar

con cada bocanada de cigarro;

reduzco así mis horas,

mi vida y mi historia,

a cenizas hechas por un gran incendio

donde el corazón se quemó.



Ni el más crudo invierno

sofocará este infierno

que se desata en mi pecho.



Aves negras descienden frente a mí;

otras, vuelan espantadas

del agonía que resuma el alma;

decir te quiero no basta

para esta sed de amor que me mata.


El polvo aciago en que me ahogo

son ilusiones susurradas

que se hicieron tamo tras tu adiós,

con el lento pasar de mis horas lluviosas.



Se repiten uno tras otro los infortunios.


“¡Qué extraño querida socia,

a veces quisiera llamarte

sólo para oír tu voz…!”

4 comentarios:

Patty dijo...

Creo que no hay nada que lo impida, hazlo quizás sea una grata y agradable sorpresa :* besos

Michelle dijo...

"El frío aprieta mi piel;

pero no es más helado

que este frío del alma "

comparto ese estado

el frio el fuego el incendio
el desamor y esa tristeza profunda lo hacen un poema que llega y se identifica

hana dijo...

Mejor pensar que los infortunios que suceden en la vida son para ir evolucionando y aprendiendo con ella.

Caricias para tu alma

saludos

Amalia Lateano dijo...

Tu lluvia en mis labios se vuelve poema... que buen poema, un placer leerlo, saludos Dios te Bendiga.-

Amalia