Llueve.
Miles de gotas de rocío
se desgranan de un gran amor;
se arrojan al parabrisas
nublando mi transida realidad.
Yo ya estaba preso en el mundo de tu ausencia;
pero ahora, ante el cristal mojado,
que precipitadas plumillas
tratan de limpiar en vano,
me aferro a tu recuerdo,
desesperado de dolor.
El frío aprieta mi piel;
pero no es más helado
que este frío del alma
donde el pobre corazón se grapa;
y quisiera gritar,
para echar fuera
este dolor que angustia
y no me deja en paz.
La mañana siempre empieza así,
con un tizne oscuro y helado;
y una honda sensación de dolor
que trato de ahogar
con cada bocanada de cigarro;
reduzco así mis horas,
mi vida y mi historia,
a cenizas hechas por un gran incendio
donde el corazón se quemó.
Ni el más crudo invierno
sofocará este infierno
que se desata en mi pecho.
Aves negras descienden frente a mí;
otras, vuelan espantadas
del agonía que resuma el alma;
decir te quiero no basta
para esta sed de amor que me mata.
El polvo aciago en que me ahogo
son ilusiones susurradas
que se hicieron tamo tras tu adiós,
con el lento pasar de mis horas lluviosas.
Se repiten uno tras otro los infortunios.
“¡Qué extraño querida socia,
a veces quisiera llamarte
sólo para oír tu voz…!”
4 comentarios:
Creo que no hay nada que lo impida, hazlo quizás sea una grata y agradable sorpresa :* besos
"El frío aprieta mi piel;
pero no es más helado
que este frío del alma "
comparto ese estado
el frio el fuego el incendio
el desamor y esa tristeza profunda lo hacen un poema que llega y se identifica
Mejor pensar que los infortunios que suceden en la vida son para ir evolucionando y aprendiendo con ella.
Caricias para tu alma
saludos
Tu lluvia en mis labios se vuelve poema... que buen poema, un placer leerlo, saludos Dios te Bendiga.-
Amalia
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