Berlín

Berlín sonaba en la radio
mientras entrelazaba tu mano;
y tu mirar, sin mirar,
se me perdía lejano.

- ¿Te gusta esa canción amor...?
- Sí...

Después de amar,
los cuerpos aún acalorados...

y los labios encarnados,
de tanta saciedad de amar...!

Se zambulle en nuestra piel
el viento fresco
yendo a velocidad.
Entra a oleadas por la ventana.
Embarga el tráfico de las nueve,
el vino tinto de la noche
y la amable salida del hotel
de regreso con la amada!

Cuando la afiebrada piel
ya apaciguó su ardor;
tu olor,
repartiéndose en el mío;
el combate desesperado
que hicimos,
donde morimos a la vida
por saciar nuestra necesidad de amor!

Tú sonríes transpirada
atacada por mareas de brisa grata;
sobre tu intenso calor
de ascuas incendiarias,
mis besos se han volado.
Sopla el viento fresco,
ráfagas frías sobre el calor;
y beodos repasan en silencio, mis ojos,
la forma oblonga de imbuirte
¡todo mi sexo!

¡Ah, el amor que me diste
aquella noche serena, sin estrellas;
para que no germine NUNCA
de mi botón ahíto, en tu vientre,
algo que llamáramos nuestro...!

Y a mi pregunta de niño huérfano...
¡tu risa linda de chicuela!
y a la angustia de mi insistencia terca
¡tu montaraz molestia...!

Después de amar
el silencio que nos trae
¡sólo desconciertos!
¡qué saber
que cuando hacemos un bien,
realmente estamos haciendo un mal!

Berlín canta
"llévate mi aliento";
mientras, lucho con todas mis fuerzas,
por retener lo que no tengo;
lucha desesperante
que no ceja,
y donde mis pensamientos
se van tras los tuyos
a morir en silencio.

A velocidad por la carretera
tu mano entrelazaba la mía
y tu mirar hondo,
se iba sin mí
aquella noche sin estrellas...!