Todo fue un espejismo.
La amabilidad de las sombras
al tenderse en los caminos,
descubriendo núbiles juegos,
nuestros dedos,
entrelazando nuestras manos
como niños.
El negro azabache
de tus cabellos
bajo el gentil cielo,
iluminaba con tu vesperal sonrisa,
dulce alegría,
a toda la ciudad . . .
Con la ilusión en la mirada
y la risa espontánea
ruborando tu cara,
fuimos riendo hacia el horizonte,
sin sospechar
los crueles abrojos
que, estrellarían incautos
nuestros juveniles pies.
No se notó la sangre
en la oscuridad cerrada.
Hasta cuando
podré quitar esta estaca
que, engarzada en el alma,
Impide respirar.
Hace mucho de tu última caricia,
fue hace tanto tu último mirar ,
que ya tus manos
se irán amoratando
y adquiriendo ese color sepia,
con que el tiempo momifica
de tristeza,
nuestros sueños,
nuestras fotos,
todo lo que uno amó.
Yo sigo, denodadamente,
luchando por sacar
esta caricia envenenada de dolor
que martiriza el corazón;
viendo cual, tras los años,
vienen y marchan
otros otoños y veranos;
primaveras desesperadas
de amor,
que marchan enlutadas de espera,
soledad y vacío,
hacia el invierno.
Todo fue un sueño
que al irse,
nos dejó un gran abismo en el alma,
hacia donde llueve insistentemente
las hojas secas de los almanaques
ya sin ninguna ilusión.
1 comentario:
Un hermoso y triste poema
Abrazos
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