Un día le vi . . .
es tan fácil confundir
la bella mirada de Satanás
cuando llevas toda una vida hambrienta,
queriendo amar . . .
Un día le vi,
sus ojos chispearon;
y yo que me creía hasta entonces,
el ser más desgraciado . . .
Un puñado de cuervos
descendieron al césped . . .
Mórbido el cristal de sus ojos inquietos,
ensangrentadas sus pupilas siniestras
señalaron, como heraldos negros,
al cordero del gran Calumniador.
De su mano recibí el cariño
que no conocí;
de su boca halagos.
Sus besos libaban
de forma presurosa
todo mi sufrimiento
dejándome enajenado;
lleno de cielo, el alma,
y el corazón agradecido a pesar
de su cilicio clavado . . .
En medio de la inmensa noche de los abismos,
inadvertido sorprendí por el retrovisor,
su mirada lúcida, aviesa de mal;
de homicida que acecha al que, falazmente,
dice amar. . .
Me atreví a vivir,
guareciendo mi sueño en un cubo de triplay.
Arriba, en las alturas;
donde reina el silencio más desolador;
un candil irradiaba,
entre flamígeras sombras negras del averno,
su enfermiza y gualda luz.
Entre nubes cargadas de presagio,
rumbo a la tragedia . . . un fokker pasó . . .
Arriba, muy alto,
se forjaba en sigilo
sierpes sibilinas de inverecunda hetaira.
Inútil es orar en lo oscuro,
cuando habemos seres nacidos
para horrendos sacrificios del Creador.
Es tan fácil confundir al Malvado
con una sonrisa;
con unas lágrimas cristalinas que miran
es tan fácil confundir
la bella mirada de Satanás
cuando llevas toda una vida hambrienta,
queriendo amar . . .
Un día le vi,
sus ojos chispearon;
y yo que me creía hasta entonces,
el ser más desgraciado . . .
Un puñado de cuervos
descendieron al césped . . .
Mórbido el cristal de sus ojos inquietos,
ensangrentadas sus pupilas siniestras
señalaron, como heraldos negros,
al cordero del gran Calumniador.
De su mano recibí el cariño
que no conocí;
de su boca halagos.
Sus besos libaban
de forma presurosa
todo mi sufrimiento
dejándome enajenado;
lleno de cielo, el alma,
y el corazón agradecido a pesar
de su cilicio clavado . . .
En medio de la inmensa noche de los abismos,
inadvertido sorprendí por el retrovisor,
su mirada lúcida, aviesa de mal;
de homicida que acecha al que, falazmente,
dice amar. . .
Me atreví a vivir,
guareciendo mi sueño en un cubo de triplay.
Arriba, en las alturas;
donde reina el silencio más desolador;
un candil irradiaba,
entre flamígeras sombras negras del averno,
su enfermiza y gualda luz.
Entre nubes cargadas de presagio,
rumbo a la tragedia . . . un fokker pasó . . .
Arriba, muy alto,
se forjaba en sigilo
sierpes sibilinas de inverecunda hetaira.
Inútil es orar en lo oscuro,
cuando habemos seres nacidos
para horrendos sacrificios del Creador.
Es tan fácil confundir al Malvado
con una sonrisa;
con unas lágrimas cristalinas que miran
diciendo "querer". . . !
que siendo ignaro,
amé y gocé las dulces mieles de Lucifer.
Un alerta en mí se rebela.
Hay una sospecha que algo no está bien. . .
Una amenaza de muerte
cuando tratas de enrumbar
sintiéndolo bufar en tu nuca
la sombra del mismísimo Demonio,
convertido ya, en candoroso rostro.
Mancilla, a escondidas, la inmaculada fe;
y con cínicos amancebamientos,
los sublimes actos del amor.
Es tan fácil confundir
la mirada taimada
que trata de fingir amor;
que, cuando lo descubres,
emerge sólido e irresistible,
lo único verdadero en la maldad del
que siendo ignaro,
amé y gocé las dulces mieles de Lucifer.
Un alerta en mí se rebela.
Hay una sospecha que algo no está bien. . .
Una amenaza de muerte
cuando tratas de enrumbar
sintiéndolo bufar en tu nuca
la sombra del mismísimo Demonio,
convertido ya, en candoroso rostro.
Mancilla, a escondidas, la inmaculada fe;
y con cínicos amancebamientos,
los sublimes actos del amor.
Es tan fácil confundir
la mirada taimada
que trata de fingir amor;
que, cuando lo descubres,
emerge sólido e irresistible,
lo único verdadero en la maldad del
Inmundo;
su odio asesino a todo lo bueno:
la mirada mendaz de Lucifer.
su odio asesino a todo lo bueno:
la mirada mendaz de Lucifer.
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