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martes, 8 de marzo de 2016

El mate



De boca a boca

sorben la infusión y dejan al siguiente

el solaz de confraternidad…



Susurra la esposa al marido

y éste murmurando le responde

muy quedo

con su voz de autoridad.



Los hijos llenan de chispas y artificios,

la tranquila paz.

Como luciérnagas van sus atenciones

pícaras y altisonantes

por sobre papá y mamá.

El brebaje se transporta

como eucaristía

que reúne en comunión

a los representantes del hogar.



Suelta una carcajada feliz

el jefe familiar

y la madre sonríe y regocija sus ojos

en la suave chanza con quien

ha treinta años

entregara su vida

para nunca apartar.



De nada sirven las leyes

o promesas de otros fueros

cuando el corazón está atado

a algo imposible de dejar.



Poco a poco

el brebaje se agota

y la tertulia se disipa.

El marido vuelve a sus cosas

y la mujer

a sus sacros quehaceres de hogar.



Por allá

la adolescente la llama a voces

urdiendo esa dulce dependencia

parental.

Se apaga la ilusión,

y mientras el océano se colorea

de cielo,

la tarde languidece

con un eclipse de sol final.



Mejor dejemos las cosas como están

y que la dicha no sea rota

por quien no es dueño de nada

salvo el eco de una promesa

que la vida se encargó de acallar.

2 comentarios:

Fiaris dijo...

Interesante poesía pero no me gusta el mate que pasa de mano en mano tomo todos los días pero solamente con mi esposo.abrazo

Dav dijo...

los hogares no deberían tener un jefe.