lunes, 16 de septiembre de 2013
La estatua
Al final de cada día,
(todos los días)
las noches eran siempre iguales:
rutinarias,
aburridas.
Al final de cada día,
en todos los días;
no había un beso,
una caricia;
tampoco una mirada
que despeje
esa lánguida soledad
de la monotonía diaria.
Alguna vez pasó por aquí
sin ningún recuerdo.
Del parque, al cine;
el museo.
A veces, las obras de arte,
nos sobrecogen de amor
o de dolor;
más,
todo ese tinte gris,
de océano inacabable;
toda esa acuarela, yeso
o mármol inquebrantable,
traza el mismo sendero siempre:
hacia un mañana sin amor.
Al final de las horas nocturnas
y ya casi
cerca del alba,
el teléfono suena
y una voz serena
le platica de sus cosas
como si ha mucho la conociera.
Dice que la ha visto,
la lisonjea,
y añade, que, desde “su condición”,
sabe lo que le aqueja.
Algo la invita a tenerle fe,
algo la incita a creer que no la engaña.
Pasan a ser,
las frías noches de invierno,
fraternas y cálidas;
pasan los días a ser alegres
y a hacerse raudos azahares
esperando que
el teléfono suene
y empiece a vivir la ilusión
que en la vida no halla.
Tertulias que en risas estallan
se oyen tras la ventana.
De lejos, en la calle silencia,
se aprecia en la nocturna casa
una cálida luz que radia.
Afuera la noche hiela
y se agolpa oscura en el dintel
por calentar su azur
en el grato umbral que fosforece.
Pero de tanta alegría,
al acabar la charla,
como que crece una nostalgia;
el alma no se conforma
con sólo un bouquet de palabras;
como que anhela la certeza
de un aliento,
de una boca que rompa con besos
lo que su corazón delata.
Se citan.
Ella acude al museo
y lo busca con viva ansia;
en cada rostro,
por todas partes,
en las miradas que sin querer
se posan en ella con sorpresa opaca.
Por la noche él le dice
lo hermosa que estaba…
-¡cómo lo sabes, si no llegaste!-
responde encolerizada;
y él, empieza a retratarla,
dejando en cada palabra
la emoción de quererla con el alma.
El color de su vestido,
el ansia de su mirada
y hasta el cálido perfume
que de entre su escote
tibio se escapara.
-¡Quién eres!
-¿por qué no te presentaste?
-¿te estás burlando de mí?
o es que acaso la soledad
ha hecho que mi mente
fugue de lo real
inventando lo que no puede ser!
Temeroso él le dice que la ama;
pero que, su amor,
inalcanzable es.
Ella le increpa su opción
y amenaza no volverlo a oír:
- o se concreta el amor
o este dulce idilio
¡llegó a su fin! -
Haciendo un mutis
él, pone calma;
y ante su insistencia
le confiesa:
- amor, yo soy una estatua…-
Ella cuelga el teléfono
sintiéndose burlada,
él insiste repetidas veces,
llamándola;
pero ella no contesta
y se hace un silencio de días
en el velo de la noche larga.
El día ha despertado
y, a primera hora, en el museo,
ella pasea por las estatuas.
Hay una que, al sólo mirarla,
siente un sobrecogimiento
que le atenaza con fervor el alma;
hay una que, tras el mármol,
siente que se muere
sin poder fijar en ella
la honda pasión de su mirada.
En la noche,
al primer timbre del teléfono
ella corre a contestar emocionada;
lloran y entre susurros, se confiesan,
lo mucho que se aman.
¿Cómo remediar
lo que nació trunco
y hacer real la ilusión
que la vida desbarata?
Una noche de tantas
los guardianes del museo
oyen una amena charla
desde el salón de las estatuas…
Extrañeza.
Las luces están encendidas;
más, todas las puertas,
cerradas…
Al investigar se hace silencio
y apagando las luces, los guardias,
no reparan en nada.
Al fondo la estatua,
ya no está sola;
ahora, son dos
que, con ferviente amor, se abrazan;
unidos más allá de la muerte
él y ella,
ella y él,
en sempiterna dulzura
macabra.
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14 comentarios:
Relatas muy bien una historia de amor
se siente esa complicidad y que a vecs nunca se sabe donde puede brotar el amor...
entre lo mágico y lo irreal y lo concreto conocido si dos se aman
de verdad aquello puede durar tan noble y mas que el mármol.
saludos
hace mucho tiempo que no te veo...
tengas lindos días por tu vida!
Mágico poema, que me provocó una doble lectura:
- Los vivos que parecen estatuas, que de vivos sólo tienen el nombre, que se petrifican con la rutina, con el vacío, quizá con la pena.
- La fuerza del amor, que nos hace adaptarnos al otro para darle vida.
Bonito y mágico poema
Un abrazo
Al final todo se resume a una historia de amor bien relatada... no importa si eres estatua, si eres de carne y hueso, el amor es imperecedero, es como roble, es fuerza.... :* besos Drac
Me encantó...me llenó de frescura...de ternura por ese amor...tan particular...pero amor
Un abrazo
Vivo con una estatua...
Gracias por ponerle palabras a tanto sentimiento!
En tus poemas siempre cuentas una historia. Hoy tiene muchas lecturas, al menos para mi... Voy a quedarme con la ilusión, esa que genera sabia nueva y hace latir con fuerza el corazón. Sin ilusión nuestro cuerpo y nuestra mente se vuelve frío como una estatua.
Un abrazo cálido
Fantástico:-) Parece mitología pura.
Para estar sola es mejor convertirse en estatua. O ¿acaso los dos lo eran y cobraron vida?
En cualquier caso lo has contado de maravilla.
Un abrazo
Amor en silencio, solitario, buscado pero de piedra.
Abrazos.
Me has dejado sin palabras!!!
mar
Bendigo el vuelo de tu pluma!
Amor es lo único que hay
El Amor es lo único real!
Todo lo demás es ilusión!
Abrazo Luminoso!
Precioso poema, al final el amor triunfa a pesar de las dificultades.Me encantó.Besosss.
Entre la ficción y la realidad, este poema es, al fin y al cabo, un canto al amor....y una protesta ante la pérdida de valores, del amor auténtico. Mi cordial saludo.
Es una historia preciosa real o imaginaria el amor es el sentimiento que hace posible q seamos mejores.
La felicidad o el momento de felicidad q provoca bien vale la pena porque es único.
Abrazos
REM
Me gusta mucho como escribes es estupendo.Un blog magnífico.
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