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martes, 20 de octubre de 2009

Negocio

Aquí entre el monóxido de Lima
hay un problema gravísimo:
el caos vehicular.
La ingente mortandad
en los accidentes de tránsito.

Las carreteras del país
son de alta peligrosidad
y para colmo de males
están como si hubieran sido bombardeadas
y ¡¡son de dos carriles!!
que si cruza una vaca o cualquier cosa
que lo obligue a esquivar,
usted ya está en el carril contrario
o en el precipicio
rodando hacia la muerte
cuesta abajo.

Se han tomado medidas
(¡oh sí cómo no!)
se han aumentado 400 veces
la multas de tránsito,
se han incorporado
revisiones técnicas vehiculares
que poco o nada resuelven
salvo "recaudar";
pues igual,
todos andan desesperados
por llegar a sus centros de trabajo;
y los accidentes
siguen llenando las portadas de los diarios
de la capital.

Se parchan pistas,
se hacen vías rápidas,
pasos a desnivel,
periféricos,
en fin;
una sarta de mejoras
que se van al tacho
cuando el lunes
la semana empieza a caminar.

Pero cosa curiosa:
los domingos generalmente
no hay nada de tráfico.

Y me he dicho
(porque nadie quiere escuchar)
¿qué pasaría si enviaran todas las empresas,
que funcionan en la capital,
a las afueras de la ciudad…?

¡Pues que todos los días serían como domingos!
un poco menos, un poco más;
se permutarían terrenos
y los que dejaran vacíos
servirían para complejos habitacionales.

Si esto es tan sencillo…
¿por qué no lo hacen?

Ah querido amigo
porque ahí precisamente
está el negocio…!

1 comentario:

Narci M. Ventanas dijo...

Toda una descripción en verso con su moraleja y todo.

No se me ocurre nada tan difícil como tratar en poesía temas tan áridos y mundanos, y sin embargo tu lo consigues.
Te felicito