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jueves, 8 de octubre de 2009

Ausencia

A lo lejos
vierten sus sombras
los cántaros del cielo;
inundan las claras esperanzas,
abrevan crecientes desconsuelos.

Sin estrellas en el firmamento
en caravanas las horas pasan,
sin que la dulce voz
de mi bienhechora amada
toque con su suave arrullo mi alma.

Si tiendo mi mano al vacío
sabré que no está
¡oh puñal de translúcido dolor!
y sin embargo;
gravemente herido el pecho
late el corazón diciendo
cuán cerca estás de mi lecho,
¡cuánto duele la sombra de tu ausencia!
que aún no estando, de dolor tanto, estás ¡tan cerca…!

Oh amor, dolorosa,
no tengo más que darte
que esta humilde brisa
que por la calle a esta hora
tu mejilla roza;
no tengo más que darte
que esta silenciosa prosa
que muere sin gritos
y muere desangrada cuando cae la noche
sobre las fúlgidas rosas.

Oh amor, dolorosa,
¡ten compasión de mí!
y detén tu quehacer urbano;
regálame un pensar,
un recuerdo
y yo tocaré con mi inexistencia tu mano;
oh regálame un mirar
y podré partir a los arcanos
con un dulce te quiero
musitado sin reparos,
como último exhalo de mis labios.

Oh amor, dolorosa,
no te vayas más;
que cada paso que te aleja de mi sombra
el alma se rebela
y pugna por irse de mí a su viaje astral;
se agita, oh amor, no me deja;
oh amor, amada, dolorosa
son un calvario mis tristes horas
y un réquiem anhelado el final
que la vida nos devora.

Oh amor, dolorosa;
a lo lejos escancian los cielos
¡tus fúnebres cántaros de sombras!

1 comentario:

Narci M. Ventanas dijo...

Parece que por fin he solucionado el problema y puedo escribirte un comentario.

Toda una procesión de la Semana Santa, no tengo muy claro si en sentido literal o metafórico o alegórico, pero es todo un despliegue de sentimientos y pasión.

Saludos, y como ya te dije, gracias por tu visita a mi blog y por tus comentarios.

Narci