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martes, 1 de septiembre de 2009

El celular

He terminado mi largo camino. 
El celular no sonó ni una vez... 

He tomado como hoy, en la vida, 
muchos caminos hasta tu puerta tapiada desde antes para mí. 
Aunque, conozco bien tu sonrisa 
y el íntimo perfume de tus cabellos,
sé que todos mis caminos conducirán, irremediablemente, a tu puerta 
que nunca veré abrir. 

He llegado y ya frente a ella, 
en lo oscuro, 
no tengo lágrimas; 
solo la miro 
y asumo 
que está definitivamente cerrada. 

Mejor voy a quedarme aquí 
en la berma, 
acomodando las trizas 
que quedaron de la ilusión del alma; acomodando el corazón, también, 
en su lado 
y después me iré, 
volteando y recogiéndome en la pena: 
“al menos lo he intentado”. 

Muchas veces he estado solo 
y muchas otras, he llorado. 
Tú apareciste una vez 
y de tu propia aflicción 
prendiste tu sonrisa en mi alma 
como un regalo. 

Por eso, 
cada vez que estoy triste 
o siento que en el largo camino,
ya no puedo; 
sin quererlo voy a dar a tu puerta. 

El celular esta callado 
y hacia un abismo de tristeza... 
mirándolo…mirándolo… 
asido a él ... me caigo. 

Tu puerta esta cerrada 
y el celular callado, 
la noche cierne sobre mí 
su soledad, 
su hórrido espanto; 
tengo que irme;
aunque, a veces, 
imagino que entre la risueña rendija 
se impone una cálida luz que la abre;
y entre el fulgor 
casi te veo un instante. 
Soy feliz. 

Más, es noche ya 
y tristes rosarios de luces 
trazan las calles desvencijadas 
mi infausta ruta de regreso. 

Este camino solitario me trajo a tu puerta. 
El celular sigue callado. 
Y en la soledad zozobra el corazón 
 en el lúgubre mar de lo negado.


1 comentario:

Narci M. Ventanas dijo...

Sin duda tienes un estilo muy personal, y consigues estraer poesía de cuanto te rodea.

Saludos